domingo, 14 de enero de 2007

ANGEL VEGA ENRIQUEZ, GRAN PERIODISTA CUSQUEÑO


Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez
Hay muy pocos hombres cuyas vidas marcan la orientación y el camino para generaciones enteras, estos hombres son hitos formidables, faros luminosos que desafian las nubosidades del tiempo. Uno de ellos es el Dr. Angel Vega Enríquez nacido en el Cusco en 1875, periodista, pintor y critico de arte; incansable luchador por los intereses de su tierra en defensa de las riquezas artísticas y culturales que nos legara el pasado. Fundo, con su propio peculio, el diario EL SOL en 1901, con el objetivo de apoyar decididamente la inquietud renovadora de los cusqueños de su tiempo que en 1909 ajustarían cuentas al régimen medieval y a la mentalidad atrasada, imperantes en la Universidad de San Antonio Abad. Escribió sus artículos usando los seudónimos de Juan Pulgón y Kubiro Churihuanti.
El Dr. Luis E. Valcárcel en sus memorias nos hace saber lo siguiente: “En 1901 apareció “El Sol”, el primer diario cusqueño, pues “El Comercio” fundado ocho años antes por Félix Evaristo Castro, era a la sazón solamente interdiario. El flamante matutino estaba dirigido por Angel Vega Enríquez, un notable escritor a quien considero una de las figuras más importantes que haya tenido el Cusco. Hombre de formación espiritual elevada y profundo conocedor de las ideas en boga en Europa, gracias a un largo viaje que realizó por el viejo continente e interesado en las costumbres cusqueñas y la vida indígena.
En otro acápite el renombrado autor de “Tempestad en los Andes”, nos dice “Angel Vega Enríquez, fue otro indigenista que desde comienzos del siglo al aparecer los diarios en el Cusco, hizo campaña contra el gamonalismo y en favor del indígena. Lo considero el indigenista más calificado de la época, a parte de sus sentimientos en favor del indio era notable su gran preparación cultural y el orgullo étnico, pues descendía de la nobleza imperial incaica. Entre 1903 y 1904 dirigió el recién fundado diario EL SOL en el que realizó la campaña de la “lancha asesina” escribiendo varios editoriales de denuncia de ese caso de abuso un grupo de indígenas”... “El hecho, de por sí escandaloso, fue tenazmente difundido por Vega Enríquez, desarrollando lo que fue la primera campaña indigenista en el Cusco. Eso le valió que fuese apaleado por gente contratada por el abogado de Apellido Calderón”.
Vega Enríquez, reunió a varios jóvenes muy valiosos en la redacción de “EL SOL”, que participaban de sus ideas, ahí estuvieron entre otros Benjamín Mendizabal Vizcarra, José Castro; Romualdo y Luis Felipe Aguilar. Todos fueron asimilando el indigenismo de Vega Enríquez, por lo que puede decirse que bajo su influencia, fue formándose el núcleo de la huelga de 1909, que luego integraría la “Escuela Cusqueña”. Hasta aquí lo dicho por el Dr. Valcárcel.
De esta manera Vega Enríquez fue uno de los paladines del indigenismo cusqueño, considerado como tal por el historiador Tamayo Herrera en sus importantes trabajos sobre este tema.
En 1913, nuestro ilustre periodista fundó el “Centro Nacional de Arte e Historia”.
En un reportaje realizado por la revista cusqueña “Excelsior” el 15 de junio de 1930, Vega Enríquez dice:
“Yo ejerzo la pintura por “Dilletantismo” y no como profesión de fe”...”Yo soy orgánicamente periodista, nací periodista. Desde niño sentí una vocación tremenda por sus bellas armas de juicio. Recuerdo bien que teniendo 10 años fundé periódicos manuscritos en el colegio que repartía entre mis amigos y condiscípulos”.
“He hecho crítica de arte – prosigue- y en especial de arte pictórico. He ahí la razón expuesta de por qué me hice pintor, si mal no recuerdo, porque entendí como he de entender todavía, que al crítico le es preciso el conocimiento formal de lo que juzga”.
“Nací en el Cusco, en un barrio popular y de fijo que atalayando una puesta de sol y por ello me siento cusqueño neto y sin destares. Llevo sin hosquedades 55 años de solterío, bien a despecho de mi corazón, sin embargo, de haber nacido en esa calle que es como un vaticinio dichoso con el título de “estrella mesón”. Fue en esta misma casa donde nací que se fundó o que fundé por mejor decir “EL SOL”.
“El SOL”, fue por mucho tiempo el órgano genuino de la intelectualidad cusqueña hicieron allí su aparición, el primer poeta cusqueño y hoy notable escultor don Benjamín Mendizábal Vizcarra, actual director de la Escuela de Artes y Oficios de esta localidad, y el gran pensador y hombre de ciencia don Luis María Robledo. Allí publicó sus sentimentales poesías el malogrado bardo Víctor Carrillo”.
“...liquidé El Sol y emprendí un viaje de salud y restauración a Europa, viajero inquisitivo y trashumante en París, y entonces estudiante en las algarabías del Barrio Latino, trabé relación de eterna recordación con la ya célebre cusqueña Clorinda Matto de Turner, quien no deja de citarme a raíz de ese entonces en su libro póstumo “Viaje de Recreo”. Estaba realizando uno de los ideales más caros de mi vida, cual fue el de vivir en la capital luminosa del mundo a costa de trabajo y perseverancia, colaboraba en “América Latina” de Francia, y “La Razón” y “El Nacional” de Buenos Aires”.
En otro lugar señala:
“De los hombres de mi época guardo una gran admiración por Ramón Herrera, gran pianista... De Luis María Robledo, a quien a mi juicio considero como el hombre más inteligente y vario de mi época, un alma múltiple, fue literato, conferencia, geógrafo, explorador, ingeniero de caminos, geólogo y gran “causseur” (artista de la conversación). La mejor parte de su vida la pasó en reincidencias y largas exploraciones por la montaña”.
“Pero nada me ha emocionado mayormente monopolizando los cordajes de mi sensibilidad y de mi espíritu que el talento artístico y la precocidad de Benjamín Mendizábal Vizcarra”... “Por hoy no dejan de concitar mi atención los talentos jóvenes y en marcha de Luis E. Valcárcel, J. Uriel García y Luis Velasco Aragón. Un aparte: creo en Julio G. Gutiérrez, como pintor y crítico de arte serenísimo”.
Esto nos decía Vega Enríquez en 1930, cuando tenía como proyectos literarios publicar un libro referido al ocultismo serrano titulado “las veladas del Cusco”, una novela incaica “Huayna Capac” y un libro de ciencia social peruana “Lucha de Razas” además como pintor, tenía proyectado hacer una exposición de óleos y acuarelas en Lima. Como él bien dice: “Para la demostración de los varios quilates de mi acervo artístico” y planeaba, además, realizar un viaje a Buenos Aires en plan de conferencista. No tenemos noticia de que estos proyectos hayan sido llevados a feliz término.
El poeta, escritor y crítico de arte, Ángel Avendaño en su obra “Pintura contemporánea en el Cusco”, 1987, rescata del polvo del olvido a Vega Enríquez en su faceta de pintor, situándolo en la “Generación Centenario” y nos dice “observador ambicioso de la realidad y la naturaleza humana, Vega Enríquez, fue el factotum de su generación. Como buen positivista romantizaba a la ciencia, exaltándola con arrebatos febriles y proclamándola única vía del progreso humano”. En otro párrafo Avendaño señala. “Toda la actividad pictórica de Vega Enríquez fue tiempo hurtado a sus tráfagos de periodista.
“... Su pintura bocetada entre prisas periodísticas y comidillas de información, no guarda ese equilibrio ático, esa ponderación serena y ponderada de sus escritos. Como pintor, los méritos de Vega Enríquez, acaso estriben en haber intentado, desbrozar un camino y en reclamar luz, mucha luz, para mirar las piedras del Cusco”.
“Pocos óleos de Vega Enríquez han llegado hasta nosotros, óleos que sincronizan convulsiones pictóricas modernizantes con escenas indígenas bucólicas. Se puede discutir las arbitrariedades en la distribución de planos, el dibujo inseguro, la artesanía inexperta, pero no se puede dudar de la franqueza del pintor, de su fiebre por aprehender el instante fugitivo del color”.
En otro lugar Avendaño afirma que: “la pintura contemporánea en el Cusco arranca con Ángel Vega Enríquez... fue el primer pintor cusqueño que se enfrentó con esos armatostes de oscuridad plástica que comienzan y terminan en las sacristías”.
Y tiene razón pues que en su estadía en París del XIX a principios del siglo XX, debió haberle influido la luz y color de los paisajes de los impresionistas y post impresionistas, la informalidad de los pintores modernos; en un pintor autodidacto, provinciano de América, sin más escuela que la vida misma y su afición natural instintiva por el arte, y sin otros maestros que los pintores artesanos de una pintura colonial artísticamente pobre, oscura, hecha de memoria y copiada para uso religioso en iglesias, conventos y sacristías.
De su duro batallar periodístico se ocupa el Dr. Luis Ángel Aragón Lobatón, en su obra “Historia del Periodismo cusqueño”, 1983, nos hace saber que: “hubo para su prédica y su tarea de periodista, persecución y saña; hostilidad y bajeza; fueron duros seis o siete años de combate para Vega Enríquez, que se defendía como un león desde el reducto de su pequeña imprenta”.
También nos comenta, de cómo tuvo que "enfrentar contendores armados de aquel mamotreto que se llamó el "Código del Márquez de Cabriñana", qué lo llevaron al llamado "Campo de honor" en el duelo que sostuvo con Félix Segundo Castro, hijo del fundador del "El Comercio". Vega Enríquez quedó herido de gravedad. Enfermo largamente”.
Por su parte, el intelectual cusqueño Eulogio Tapia Olarte, en su tesis doctoral titulada "Cinco Grandes Escritores Cusqueños de la Literatura Peruana" (Cusco 1934), traza una semblanza biográfica de nuestro escritor, de allí extraemos que Vega Enríquez "fue hijo de la señora Angela Enríquez y don Bernardo Vega, y sobrino de la gran luchadora por los postulados sociales, doña Trinidad Enríquez... Su genealogía se entronca con los descendientes de los "Em­peradores del Tahuantinsuyo" "Es uno de los Fundadores del diarismo cusqueño, fue director de “EL SOL", convirtió en tribuna de combate contra todos los abusos, hizo cátedra de periodismo, sembrando los ideales regionalistas, con él comienza esa campaña en el sur del Perú... Como periodista, no pertenece a esa caterva de mercenarios de la pluma, fue en ese aspecto un hombre de acción y de una férrea voluntad para cumplir su misión educadora".
En esta misma semblanza el Dr. Eulogio Tapia, transcribe las finalidades del Centro Nacional de Arte e Historia, fun­dado por el maestro.
1. La formación del arte peruano en todas sus manifesta­ciones, completando el esfuerzo original y autóctono tras­mitido por la tradición de los períodos incaico y colonial.
2. La difusión de la cultura artística.
3. La extensión del Arte Nacional y su propaganda en el exterior.
4. La conservación del Patrimonio Artístico de la naciona­lidad".
Vega Enríquez, al decir de Tapia Olarte "se descubre como el auténtico valorizador de nuestras bellezas naturales... Tiene el único afán de crear el espíritu de la peruanidad artística. Como un peregrino determinado por la inquietud elevada de superación fue a Europa, allí conoció a los grandes escritores franceses, empapó su espíritu del movimiento intelectual de Europa del siglo XIX, y los años corridos del siglo XX, en París fue corresponsal "La Prensa" de Buenos Aires y colaboró en la revista “América Latine" que dirigía Pradier Fodere. Por su fe inquebrantable por el resurgi­miento del Cusco, volvió a esta ciudad a esgrimir la pluma con su espíritu cusqueñista, sin ninguna ponderación; consiguió que Federico More acogiera el ideal regionalista y que encausase su labor futura de anticentralista".
“Literariamente Juzgado, Vega Enríquez es el primer periodista cusqueño que trazó la línea de los editoriales con conocimientos vastos de sociología, se caracteriza, tanto por el ardor contenido en sus frases y en el conjunto de artículos que ostentan el fragor candente de la prosa panfletaria, como la precisión nítida de sus conceptos, imprimiendo como el adalid del regionalismo como doctrina política debido; a esta labor se ha formado una especie de conciencia en Sud-Perú y principalmente en Cusco”.
“Vega Enríquez es el gonfalonero de las nuevas generaciones, creador de rebeldías, no capituló ni en los últimos años de su existencia con los adversarios de su esclarecida per­sonalidad".
"Ha merecido juicios críticos de Haya de la Torre, de Fede­rico More, de Dora Meyer de Zulem, Clorinda Matto de Turner, y de Rafael Aguilar, todos ellos tienen fervor y admiración a la memoria del gran maestro cusqueño Vega Enríquez, declarado como conductor del pen­samiento de la juventud de todos los tiempos". Hasta aquí lo escrito por el Dr. Eulogio Tapia.
Mi padre el periodista y crítico de arte Julio G. Gutiérrez Loayza, con el Titulo de "Vega Enríquez, un cusqueño, en el 12 aniversario de su muerte trazó una semblanza del maestro: "...a propósito de rendir homenaje –escribe- a la memoria de uno de los más claros valores de la cusqueñidad, a Angel Vega Enríquez, que tanto quiso y amó su tierra, su ciudad natal que, para glorificarla y engrandecerla, si al Cusco le cabe mayor gloria y grandeza, dedicó íntegramente su vida, que merece ser presentada como paradigma para quienes piensa sienten y actúan en “cusqueño”
“No viene a cuento recordar que haya sido descendiente en línea directa del Inca Garcilaso de la Vega y por consiguiente, de los Emperadores Incas, para justificar su acendrado cariño a su ciudad. Basta poner en la balanza de las valoraciones la tenaz lucha que libró para enaltecerla y reivindicar su perdido rol hegemónico en la vida nacional. Por que hubo cusqueños y cusqueñistas, de esos pocos fue uno, Don Ángel Vega Enríquez. Emprendió temprana lucha a muerte contra los saqueadores y falsificadores de su millonaria riqueza artística y monumental, persiguió con su pluma, como don Quijote a los "malandrines y follones" a los chamarilleros, esos "Tomakcayas" indeseables, combatió la ignorancia de los ministros de culto que cometen el delito de simonía contra lo más sagrado de la heredad nativa y para concrecionar su ideal en un organismo vivo, fundó el Centro Nacional de Arte e Historia (1913), núcleo representativo de la élite intelectual y artística del Cusco, en las dos primeras décadas del presente siglo. Pintor amateur y crítico del arte, alentó y orientó a los más calificados cultores de la belleza en todas sus manifestaciones, que tuvieron alto honor en merecer su padrinazgo”.
"Escritor y periodista, es el iniciador del diarismo en el Cusco, al haber fundado "El Sol" con su propio peculio. Hombre de acción y de ideas avanzadas, formó filas en la generación liberal que empeñó las primeras batallas contra el fanatismo y la intolerancia medievales. Vega Enríquez -prosigue Julio G. Gutiérrez- es el padre del periodismo cusqueño que invirtió su fortuna en fundar y sostener un dia­rio, empresa más idealista que industrial en su época".
"Pero tan encumbrado cusqueño murió en el olvido y, por sarcasmo del destino, lejos de la tierra que él deseó ardien­temente que cubra sus huesos. El Cusco tiene pendiente una deuda de gratitud con Vega Enríquez. Pido e invoco desde este su diario un pequeño y humilde homenaje póstumo. Sus restos yacen en un triste nicho anónimo del ce­menterio de Lima y si el Municipio y la beneficencia cusqueños, no están invadidos de “tomakcayas”, no le negarán, entiendo, un metro cuadrado de tierra para la traslación de sus restos a esta tierra a cuyo avatar magnificente, dedicó los más cuajados frutos de su talento y las mejores horas de su vida".
Este fue el póstumo homenaje del autor de "Así nació el Cusco Rojo", al maestro Ángel Vega Enríquez, en "El Sol" del 20 de enero de 1944, con motivo del 12° aniversario de su muerte acaecida en 1932, según dicen abandonado y pobre, para vergüenza nuestra, en una "cama de indigente en el Hospital Dos de Mayo", en Lima.
Tal es el juicio de los hombres de su tiempo, amigos y discípulos del gran maestro.
Hoy, a los 70 años de su fallecimiento, quizá el nicho y los restos ya hayan desaparecido, sólo nos queda la tarea de rescatar su memoria y su obra de los escombros del tiempo, el olvido y la ingratitud, reuniendo sus escritos artículos, cartas, obras de arte para darles publicidad.
Recordar, además, a las autoridades que debemos construir una cripta a manera de santuario de la cusqueñidad, como el panteón de Roma o de París, para repatriar o conservar los despojos mortales de los hombres y mujeres que die­ron lustre a esta tierra en las diferentes actividades huma­nas.
El diario El Sol, fundado por Ángel Vega Enríquez cumple 101 años, más de un siglo de acontecimientos e histo­ria escritos en sus páginas por los más esclarecidos perio­distas y escritores cusqueños. Una colección de varias décadas de este diario, se conserva en la hemeroteca de mi padre, al servicio de los investigadores y científicos socia­les; convendría que la colección del propio diario sea com­pletada y puesta en valor con ese caro propósito.
“El Comercio” del Cusco, Subdecano de la prensa nacional rinde fervoroso homenaje a aquel ilustre periodista paradigma de la cultura cusqueña y la peruanidad.
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